La esperanza regresa con cautela a Valdebebas. Esta tarde, se espera que Ferland Mendy se incorpore a los entrenamientos en grupo, aumentando gradualmente la intensidad con un objetivo claro: llegar en óptimas condiciones a la Supercopa en Arabia Saudí. El plan es ambicioso, pero la experiencia aconseja moderación. Las lesiones han convertido a Mendy en un caso impredecible, con recaídas que se han convertido en una preocupación recurrente. Su historial médico ya había generado alarma, y los acontecimientos recientes no han hecho más que reforzar esa realidad.

La idea de un nuevo comienzo flota en el aire, aunque sin certeza. El último revés llegó rápidamente. Apenas cinco días después de volver a la acción en Atenas, Mendy sufrió otra lesión, una rotura en el isquiotibial derecho. Fue una interrupción más en un ciclo que parecía interminable. Los médicos lo descartaron durante tres semanas, poniendo fin a su año en los campos y posponiendo su regreso hasta 2026.

Ahora que ese período ha terminado, y esta vez la recuperación ha sido positiva, sin complicaciones. Mendy está en plena forma y solo le queda un reto: recuperar su ritmo competitivo. No es una tarea menor, pero comparado con los reveses físicos que ha padecido, es un paso más manejable.

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